domingo, 5 de abril de 2015

El tesoro de Barracuda (previa)

Tengo mi casa llena de libros de "Barco de Vapor", blancos, azules, naranjas e incluso rojos. Algunos no sólo me suenan sino que todavía tienen mi nombre y apellidos escritos con caligrafía tartamuda seguidos de algún curso de la extinta EGB. Recuerdo Historias de Ninguno, Caramelos de Menta, La nariz de Moritz, Fray Perico y su borrico o El Pirata Garrapata, entre otros muchos. Con todos ellos crecí yo y crecen mis hijos aunque a ellos les cuesta un poco más zambullirse en la lectura de estos libros.

Tengo la impresión de que el envoltorio puede resultarles un poco carca o retro. Muchos niños sólo se dejan fascinar por libros editados de un modo estridente, pienso en las historias de Gerónimo Stilton, el Diario de Greg o Nikki o en esos libros con portadas pobladas de grandes letras. El libro tiene que llamar la atención en el lineal y muchas buenas historias se quedan sin lectores.

Llevaba algunas semanas preocupado porque desde que Jorge terminara La Lección de August no le había vuelto a ver interesado por ningún libro. El caso es que tenía uno apuntado desde finales de año. Salía en una selección de los mejores libros de 2014 publicada por el suplemento Babelia de El País. Se trataba del último premio de Barco de Vapor: El tesoro de Barracuda. La reseña que hacían me había parecido interesante pero no lo había encontrado en un par de librerías y quedó olvidado en la típica lista de "pendientes".

Afortunadamente, me acordé hace unos días en El Corte Inglés de Serrano y allí estaba, lo compré sin dudarlo. Pedí que lo envolvieran con papel de regalo ante la desconcertada mirada de Isabel, que sabía que era para Jorge: "Hija mía, un buen libro siempre es un regalo", le dije guiñándole un ojo. Cuando llegamos a casa, lo primero que hice fue decirle a Jorge que tenía un regalo para él. Lo abrió corriendo y cuando lo vio puso cara de... decepción. (Continuará)

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