lunes, 13 de abril de 2015

El tesoro de Barracuda (continuación)

 
Leer primera parte.

Esa fue la cara que puso Jorge cuando desenvolvió el libro, de decepción total. María y yo salíamos esa noche y los niños se quedaban viendo una película. Vi cómo dejaba el libro en la mesa del salón y se sentaba a ver la tele como si le hubieran regalado un cuadernillo para hacer tareas un viernes por la noche. Me quedé bastante fastidiado pero en seguida comencé a pensar qué podía hacer para cambiar su actitud.

 
Al día siguiente fui yo quien se empezó a leer el libro. Pensé que iba a ser parecido al del Pirata Garrapata pero no era así, además, como si la autora, Llanos Campos, supiera la situación en la que me encontraba, el libro comenzaba con una pequeña introducción para picar la curiosidad de un lector, que con dudas, se aventurara entre las primeras páginas:

"Estoy seguro de que la historia que voy a contaros os parecerá increíble en muchos momentos. Lo sé, y no es extraño, porque es una historia llena de viajes al fin del mundo, de vientos que enloquecen a los hombres más valientes, de islas perdidas y de noches en vela bajo millones de estrellas. A mí, si no la hubiera visto con mis propios ojos, si no la hubiera andado con mis propios pies, también me lo parecería...".
 
Quien hace esta pequeña introducción es Chispas, un niño de 11 años que viaja a bordo del "Cruz del Sur", el barco de Barracuda, el pirata más temido "de uno al otro confín" (pequeño homenaje a Espronceda). ¿11 años? Justo la edad de Jorge. Un motivo más para pensar que podía gustarle si se embarcaba en sus páginas. Uno de los principios de la literatura en general pero de la literatura infantil y juvenil en especial es la identificación que se da entre el lector y el protagonista de la historia. Aquello podía serme útil.
 
- ¿Sabes, Jorge? He leído las primeras páginas y creo que me lo voy a leer entero, el protagonista tiene tu edad, y al parecer los piratas de los que habla deben ser especiales pero no sé todavía la razón.
 
- A veeerrr, contestó con cierta curiosidad.
 
Pero en ese momento sabía que algo había cambiado. Sabía que le encantaba que leyéramos a la vez el mismo libro. Con la Lección de August había pasado algo parecido. Era a mí a quien nunca le había llamado la atención y que él comenzase a leerlo hizo que me decidiera. Nos dio pie a hablar sobre muchas cosas y a reírnos juntos. Eso a Jorge le había gustado y ahora sin casi quererlo le había propuesto hacer lo mismo.
 
Como adelanta Chispas en la introducción, Barracuda y su tripulación, formada por Nuño el Español, Jack el Cojo, Dos muelas, Erik el Belga, La Ballena, Malik y Ruso el Gato, entre otros, parecen piratas normales hasta que por fin encuentran el tesoro que Barracuda lleva buscando mucho tiempo. La decepción de Barracuda cuando abre el cofre me recordó la de Jorge cuando le regalé el libro. ¿El tesoro de Phineas Krane era un libro?
 
Pero ese libro permitirá que, a espaldas de Barracuda, Dos Muelas pueda poco a poco enseñar a leer al resto de la tripulación. Una de las cosas que más le gustó a Jorge fue cuando los pirata se sorprendían al poder leer las palabras escritas en los carteles: posada, ron, camarote del capitán, etc... Su vida había cambiado porque eran capaces de leer. ¿Serían ahora mejores piratas? ¿Encontrarían más tesoros? Para saberlo hay que leerlo hasta el final como hicimos Jorge y yo. Ya estamos buscando el siguiente barco que abordar, digo, libro, claro.

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