miércoles, 18 de febrero de 2015

La lección de August

"Papá, ¿hay más libros como éste?", me pregunta mi hijo Jorge, de diez años, refiriéndose a La lección de August. Hace unas semanas los únicos libros que le atraían eran los "superhumores", los de fútbol o los de Geronimo Stilton. ¿Qué ha pasado? ¿A qué se debe esta pregunta? Pues a que el libro es realmente bueno. 

Hacía tan sólo unos días que Jorge había comenzado a leer en el ebook de su madre la historia de August Pullman (Auggie para los que le quieren bien), un niño de su edad que debido a una enfermedad de nacimiento tiene la cara deforme, pero deforme de verdad, ya me entendéis. Sus padres y su hermana Olivia (Via), de quince años, se han preocupado bastante de no exponerle ante los demás para evitarle sufrimientos gratuitos, pero ha llegado la hora de que vaya al colegio. Piensan que el comienzo de la secundaria puede ser un buen momento para hacerlo. Todos los alumnos empiezan un nuevo ciclo y no todos se conocen entre ellos. No será fácil porque son edades en las que los niños pueden llegar a ser muy crueles pero también es una época en la que se cimientan muchas buenas amistades.

La autora plantea la obra de una manera muy original. Alterna algunos capítulos en los que August habla y piensa en primera persona con otros en los que son los demás personajes los que cuentan los hechos desde su propio punto de vista. Este ejercicio pone de relieve la importancia de la empatía; permite entender mejor las razones que llevan a los demás a actuar como actúan y a no pensar con tanta facilidad que el mundo gira alrededor de uno mismo.

La lección de August puede parecer un libro para niños pero es un auténtico tratado de Antropología. Situaciones que son normales para el resto de sus compañeros ponen a prueba la personalidad de Auggie: el primer día de clase, el momento de sentarse con alguien en el comedor,  descubrir que un supuesto amigo habla mal de ti a tus espaldas, ser siempre el centro de las miradas porque no eres como los demás. Pero poco a poco irá también descubriendo a compañeros que le empiezan a querer de verdad, que se fijan en su simpatía y en su amabilidad. Él también aprende a perdonar y a querer mejor a su hermana y a sus padres que siempre están a su lado.

Resulta muy interesante el punto de vista de su hermana quinceañera (Olivia) porque, además de la relación que tiene con August y sus padres, profundiza en la que tiene con sus amigas. Olivia es testigo de cómo su amiga Miranda comienza a tratarla con cierto desprecio e incluso cambia de amigos después del verano. La situación familiar de su amiga no es fácil porque su padre ha dejado a su madre y se ha ido con otra y esa es, en mayor medida, la causa que ha provocado el cambio en Miranda. A Olivia no le va el nuevo estilo de su amiga que parece buscar la popularidad a toda costa. Lo de los padres suena un poco crudo pero la autora no ahonda mucho en ello y además termina poniendo de manifiesto la envidia sana que tiene Miranda al ver el amor y la unión que hay en la familia de Olivia, de quien en el fondo quiere seguir siendo amiga. Le ayuda mucho mantener el cariño por August con quien tiene una sintonía especial desde que eran pequeños.

Viendo a Jorge disfrutar con el libro yo también decidí leerlo y la verdad es que me ha encantado. Además, me ha dado la oportunidad de poder hablar con él sobre la verdadera amistad, la importancia de no juzgar por las apariencias, de estar siempre dispuesto a defender a los más débiles, aun a costa de perder popularidad. Los diez años son una edad en la que estas cosas empiezan a planear en su interior y me dio la sensación de que le gustó mucho hablar conmigo de todo ello, además de competir, por supuesto, por ver quién llevaba más páginas leídas y quién lo acabaría antes. Al final me ganó él, por poco pero me ganó él.

Creo que este libro debería estar entre las lecturas obligatorias de los últimos cursos de primaria y los primeros de la ESO. Ahora tengo que investigar un poco si merece la pena leer La historia de Julián, una especie de secuela - “spin off” lo llaman los que saben de esto- que cuenta la vida de uno de los personajes de La lección de August, y no precisamente uno de sus mejores amigos.
Quizá el único “pero” que le veo al libro es todo lo relativo a los preceptos del profesor Brown, una serie de consignas que uno de sus profesores va poniendo en la pizarra de clase para que los alumnos piensen sobre ellos y los pongan en práctica. No están mal pero hace que la balanza se incline hacia el agotador mundo de los libros de autoayuda que a mí, personalmente, no me atrae mucho. He visto que venden aparte el libro en el que se recogen todos estos preceptos, marketing, ya sabéis.

La autora se llama R. J. Palacio y esta es su primera novela. Después de dedicarse muchos años al diseño de cubiertas de los libros de otros autores hizo realidad su sueño de escribir una novela con “Wonder”, título original del libro. En su web se puede saber más sobre ella, el libro y las cosas que le sirvieron para inspirarse.

Palacio, R.J.
La lección de August
Título original: Wonder
Barcelona. Nube de tinta, 2012. 416 pp.
9788415594024

3 comentarios:

  1. Mola mucho. La historia de Julian no está al mismo nivel, pero se deja leer bastante bien.
    Anacleto

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  2. Anacleto, después de publicar el post me descargué gratis el comienzo de "La historia de Julián". Apenas son veinte páginas pero me recordó demasiado a los "Diarios de Greg" y he decidido buscar otro libro para Jorge. Gracias por tu comentario. Un saludo.

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  3. Aunque después de lo que me dices quizá me anime a leer algo más. No me gustó que el protagonista sea ya demasiado macarra, por lo menos al principio. Un abrazo fuerte.

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